Hace alrededor de un mes, el Ayuntamiento de Santiago anunció que suprimiría durante un año las licencias a los establecimientos de la Zona Vieja que desarrollasen actividades enfocadas al público turista —como tiendas de recuerdos, locales de cambio de moneda o centros de taquillas—.
La medida fue más comentada por la crisis que provocó en la agrupación socialista —que votó a favor y desobedeció el mandato de su secretario general en Compostela— que por su propio contenido. No obstante, ha removido mucho las aguas en el principal sector afectado.
Se trata de una declaración de intenciones adoptada por Raxoi con el objetivo de “protexer o comercio de proximidade e o comercio que atende as necesidades vitais da xente residente da Cidade Histórica”, tal y como explicó en su momento el concejal de Urbanismo, Iago Lestegás, al anunciar la nueva regulación.
La Administración local es perfectamente conocedora de que existe un punto de fricción entre los vecinos y la población que llega como visitante y, claramente posicionada, opta por priorizar las necesidades de los ciudadanos, aunque esto no implica que las decisiones que tome sean del gusto de todos. Ni siquiera de los supuestos beneficiados.
Los vecinos del área son, seguramente, la voz más a tener en cuenta en este asunto. Fundamentalmente, porque esta norma se impulsa pensando en ellos; en su calidad de vida y en evitar que un entorno diseñado para visitantes los empuje a abandonar su territorio.
A su modo de ver, lejos de suponer una ventaja para los residentes, esta norma lo que hace es favorecer a los propios comercios que ya están instalados, puesto que les garantiza "que no tendrán competencia durante un año". Señalan que es innegable el problema que existe con este tipo de establecimientos y la masificación del Casco Histórico. Sin embargo, apuntan a que la solución pasa por una reformulación integral de lo que es el modelo turístico, lo cual es algo mucho más complicado de promover.
En cualquier caso, el vecindario la zona antigua de la capital gallega no es la única parte implicada en este asunto. El papel coprotagonista lo juega su sector turístico que, además, está siendo una de las dianas más claras en las políticas del Gobierno de Goretti Sanmartín.
La portavoz de los propietarios de viviendas de uso turístico en Compostela, Estrella Ferreiro, no ve con malos ojos que se intente favorecer la proliferación de lo que Raxoi llama "comercio de proximidade". No obstante, no considera que su paulatina desaparición se deba a las tiendas de recuerdos. En realidad, tiene muy claro que se debe a un cambio de hábitos en el conjunto de la sociedad.
"El comercio de proximidad está en declive desde hace muchos años y el origen está en las superficies comerciales que permitió abrir el propio Ayuntamiento. Muchos piden que el Casco Histórico sea una feria medieval permanente, pero son los mismos que compran en Amazon, porque Amazon está todo el tiempo en la Zona Vieja. Entonces, no vive gente porque no hay comercio y no hay comercio porque no vive gente"
Según ella, la razón que explica la ausencia de locales de cercanía en el Casco Histórico es la preferencia de los usuarios por comprar en las grandes plataformas —como hipermercados y grandes almacenes— y a través de internet —argumento que refuerza aludiendo a la presencia que tienen las furgonetas de paquetería en la zona—.
"La Zona Vieja comenzó a perder gente cuando se construyó el Ensanche. Las viviendas nuevas presentaban una serie de comodidades que las otras no, y eso fue lo que desplazó a los residentes. Es por eso que está en ruinas"
Ferreiro piensa, por tanto, que esta nueva norma está enfocada "a quedar bien". Según ella, las razones que han llevado a la Zona Vieja al punto actual —perdiendo residentes de manera muy acelerada año a año— no está en los establecimientos turísticos. Asimismo, la solución tampoco está en "poner mercerías y tiendas de sombreros".
En este punto coincide, aunque con matices, con los residentes. No parece a ningún efecto que limitar el número de locales turísticos —que en muchas calles es la totalidad de los establecimientos abiertos al público— pueda conseguir que, de la noche a la mañana, la gente encuentre motivos de peso para no abandonar un territorio con escasas comodidades para sus residentes.
"Si alquilo una vivienda y el inquilino deja de pagarme porque entra en estado de vulnerabilidad soy yo quien tiene que hacerse cargo, y eso no es nada apetecible. Ahí es donde Raxoi podría intervenir alquilando la vivienda al dueño y proporcionándosela a quien la necesite. Si deja de pagar, es la Administración quien se hace cargo y no un usuario"
Por último, la portavoz de las viviendas de uso turístico en la capital gallega recalca que hay 9.000 inmuebles vacíos en Compostela. Apunta que una buena solución sería que el Ayuntamiento hiciese de intermediario entre los propietarios y los demandantes de vivienda. Esto podría ayudar con el problema de que existe actualmente y favorecer que la gente eligiese Santiago, ya sea su Casco Viejo o la Zona Nueva, para quedarse a vivir.
En definitiva, de igual forma que los residentes, el sector turístico no cree que la medida vaya a provocar un descenso en el número de visitantes. "La gente viene por la Catedral, no por las tiendas de recuerdos", subrayan, de modo que seguirán dándose masificaciones turísticas que, de forma integral, hagan difícil la vida de los residentes. Al final, las dos partes implicadas están de acuerdo: si quieren un cambio, es necesario reformular el modelo actual, y eso llevará mucho tiempo y esfuerzo.