Este lunes comenzó en Compostela la huelga de transporte convocada por los sindicatos UGT y Comisiones Obreras. El paro afectó tanto al autobús urbano como al interurbano y se prolongará en varias jornadas puntuales a lo largo de noviembre y diciembre, con la amenaza de un paro indefinido a partir del 23 de diciembre si no se alcanzan acuerdos, lo que podría impactar gravemente en los desplazamientos durante la temporada navideña
Entre las principales demandas de los sindicatos se encuentran la mejora de las condiciones laborales para los conductores, incluyendo la reducción de la edad de jubilación mediante coeficientes reductores y la posibilidad de una jubilación parcial.
Los sindicatos sostienen que la profesión de conductor es “penosa y peligrosa”, con una situación laboral que pone en riesgo la salud de muchos trabajadores y aumenta la probabilidad de accidentes.
A pesar de haberse establecido servicios mínimos, la ciudad picheleira y su comarca sufrió una gran cantidad de retrasos y alteraciones, por lo que los usuarios frecuentes del servicio se vieron obligados a volver a sus casas o buscar alternativas de movilidad menos sostenibles.
“Lo peor no es llegar tarde. Lo que más molesta es no saber llegar cuándo vas a llegar, si es que finalmente llegas”, explica Martín, un estudiante que, en plena parada de autobús, manifiesta su descontento ante la aprobación del resto de afectados.
Sus palabras reflejan el sentir mayoritario en las marquesinas santiaguesas que, a pesar de comprender y secundar las motivaciones del paro, no esconden la preocupación por una situación que, de extenderse en el tiempo, provocaría incidencias transversales en diferentes ejes del engranaje social compostelano.