La plaza del Obradoiro recibió este miércoles una visita muy especial: los reyes belgas, Felipe y Matilde, llegaron a Compostela tras completar la última etapa del Camino de Santiago, acompañados por sus hijos, los príncipes Gabriel, Emmanuel y Leonor.
Discretos y sin ningún tipo de protocolo oficial, los monarcas caminaron como dos peregrinos más, fundiéndose entre los numerosos caminantes que cada día llegan a la meta compostelana. Su presencia no pasó desapercibida entre los curiosos, pero mantuvieron en todo momento una actitud cercana y sencilla, fiel al estilo que han mostrado en otras visitas similares.
No es la primera vez que Felipe y Matilde escogen el Camino de Santiago como destino de sus vacaciones. En años anteriores han recorrido distintos tramos de la ruta, apostando por el contacto con la naturaleza, la historia y la espiritualidad del itinerario xacobeo.
En esta ocasión, el hecho de haber caminado junto a sus tres hijos confiere al viaje un carácter especialmente familiar, casi íntimo, reforzando el valor humano de la experiencia más allá del simbolismo institucional.
La ciudad acogió a la Familia Real belga como lo hace con miles de peregrinos de todo el mundo: con respeto, admiración y sin estridencias. Santiago vuelve a ser ese lugar donde finalizan caminos pero nacen historias, donde lo espiritual y lo cultural se entrelazan con la emoción del viaje cumplido.
Con esta visita, el Camino de Santiago reafirma su condición de referencia internacional, capaz de atraer a personalidades de alto perfil sin perder su esencia acogedora y transformadora.