Tras las vacaciones de verano, las familias gallegas se enfrentan a la vuelta al cole. Además de realizar un esfuerzo en la compra de material escolar y otros artículos para ir a clase, el Colexio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia cree necesario que los padres acudan con sus hijos a los establecimientos sanitarios de óptica para que puedan someterse a un examen visual, sobre todo a partir de los seis años. Se podrán detectar problemas de visión comunes como la miopía, hipermetropía, astigmatismo u ojo vago y también evaluar la comprensión lectora.
“Lo más recomendable es acudir a la consulta del óptico optometrista al menos una vez al año, y más ahora al comienzo del curso escolar” –destaca la presidenta del Colexio, Esther Amaro–. Sumado a esta necesaria revisión anual, los padres y profesores deben estar atentos a una serie de síntomas que suelen indicar la existencia de problemas visuales en los más pequeños. Son fruncir el ceño, guiñar los ojos, irritación, dolores de cabeza, tropezar con facilidad, tocer un ojo, cometer errores al copiar palabras o números de la pizarra, acercarse demasiado para leer un libro o manejar el ordenador o la tablet, baja comprensión de la lectura o fotofobia (exceso de sensibilidad a la luz).
En las aulas, la mayoría de los estímulos visuales que tienen los alumnos son en visión próxima, algo que obliga al sistema visual a realizar un esfuerzo para obtener una visión nítida. Para evitarlo, el Colexio explica que las ventanas deben ser amplias para permitir que todos los alumnos del aula puedan mirar por ellas, además de proporcionar luz natural que en algunos casos puede provocar deslumbramientos y sombras por lo que es necesario el uso de sistemas de filtrado de luz para cuando sea excesiva; también se deben distribuir por el aula fuentes de luz artificial blanca para complementar o sustituir a la luz natural. “Lo ideal es que la iluminación del aula sea lo más uniforme posible” –señala el presidenta–. Y los ópticos optometristas destacan que es necesario tener en cuenta que los objetos y el mobiliario del aula pueden provocar brillos molestos para los alumnos.
El mayor problema de ergonomía que sufren los estudiantes es la mesa o pupitre en el que están sentados varias horas al día. Las mesas presentan dos defectos graves:
“El hecho de que tengan que ser los alumnos lo que se adapten al pupitre provoca malas posturas para la lectura y para la escritura” –apunta Amaro–. Además, la posición horizontal de la mesa provoca que los alumnos se inclinen hacia delante buscando el ángulo adecuado de lectura y esa inclinación causa malas posturas de columna y cuello, y un acercamiento excesivo a la mesa (no es raro ver jóvenes escribiendo con la mejilla literalmente apoyada sobre la mesa). Los optometristas consideran que esa postura tan incómoda, aparte de problemas que con el tiempo puede causar en las articulaciones y músculos del cuerpo, provoca un estado de “estrés visual” que reduce considerablemente el rendimiento de los alumnos, además de ser un factor que puede provocar miopía.
Los optometristas dicen que sería recomendable que los pupitres pudiesen ajustarse a la talla de quien los utiliza, con asientos y mesas regulables en altura y en inclinación hasta unos 20 grados para hacer que la lectura y escritura sean actividades lo más cómodas posibles.
Los especialistas gallegos recomiendan también la rotación de los alumnos en el aula, ya que cambiando su posición (tanto de delante a atrás como de un lado a otro) se varía la distancia y el ángulo de visión de los objetos y puede permitir detectar problemas visuales en estado inicial. Por ejemplo, una miopía leve podría detectarse sentando al alumno en el fondo del aula.