"Miedo a volar, ni se imagina las causas" no es solo el título de un libro, es casi una advertencia amable pero firme. Lo escribió Gaspar de La Serna, ex médico de familia, psicoterapeuta y consultor senior de la Asociación Europea de EMDR -que, en la actualidad, solo se dedica a investigación y divulgación- tras años atendiendo a pacientes con aerofobia en su consulta. No fue un interés repentino ni una obsesión particular por los aviones lo que lo llevó a escribirlo, sino una realidad profesional evidente: "Todos los que nos dedicamos a la psicoterapia hemos recibido pacientes que tienen miedo a volar", explica. Lo sorprendente, sin embargo, era la ausencia en los libros de divulgación de un enfoque profundo, terapéutico y realmente clínico sobre este tema.
“Los libros que había sobre el miedo a volar estaban escritos casi todos por pilotos. Muy útiles para explicar los sistemas de seguridad de un avión, sí, pero eso no tiene nada que ver con la verdadera raíz del miedo. Una persona con auténtica fobia puede saber que el avión es seguro, y aun así no soportar ni mirar un billete de avión sin que se le dispare la ansiedad”, afirma el Dr. De La Serna.
A diferencia de esos enfoques tecnológicos, este libro parte del lugar donde todo comienza: el subconsciente. Porque, como insiste el Dr. De La Serna, el miedo a volar casi nunca tiene que ver con volar. “Hay personas que desarrollan aerofobia por no poder ceder el control, porque aprendieron que estar en manos ajenas era peligroso. ¿En qué experiencias de su historia personal se introdujo en ellos, subconscientemente, esa sensación? Averiguarlo y desactivarlo es la clave. Otras, por ejemplo, por una experiencia personal negativa muy intensa ajena a los aviones que, casualmente, iban viviendo durante un vuelo, como ir a despedirse de una persona muy querida que está a punto de fallecer, sin saber si conseguirá llegar a tiempo: avión y sufrimiento quedan fusionados en su mente”, añade.
El libro alterna capítulos teóricos con casos reales. Personas que llegaron a su consulta convencidas de que jamás podrían volver a subirse a un avión, y que ahora lo hacen sin pensarlo. “Son como cuentos cortos, muy fáciles de leer, muy reveladores. En cada uno descubres una causa insospechada, una historia que se resuelve. Y eso permite al lector reconocerse, entenderse, y ver que hay salida”.
Los casos recogidos en el libro -todos reales, tratados por él mismo- muestran cómo cada paciente llega al miedo condicionado desde una vivencia diferente. Una operación quirúrgica en la infancia, un terremoto, una experiencia de sed extrema sin poder pedir ayuda, incluso el descubrimiento de un embarazo no deseado durante un vuelo transoceánico. “Ese tipo de vínculos que condicionan se crean sin que la persona lo sepa. Sufre, pero no entiende por qué. Solo sabe que volar se ha convertido en un tormento”, destaca.
Aquí entra en juego la terapia EMDR, el método que Gaspar de La Serna utiliza para ayudar a sus pacientes a superar estas fobias. “Es una terapia, basada en la evidencia, que trabaja directamente con los recuerdos, con la raíz emocional que provocó la limitación. No damos consejos, no enseñamos a relajarse. Si tienes que esforzarte por afrontarlo y relajarte cuando vuelas, es que no estás curado”. Con EMDR, explica, se reprocesan los recuerdos que dieron lugar a su miedo, el cerebro los archiva de forma sana y el miedo desaparece. “Y cuando desaparece la causa, no hay nada que controlar ni afrontar. Se puede volar con libertad, sin esfuerzo, como si nunca hubiese habido un problema”, destaca.
La duración del tratamiento depende de la historia de cada persona. A veces es suficiente una sesión. A veces, se necesitan bastantes. “Si el miedo procede de un solo hecho traumático, puede desaparecer de forma casi inmediata. Si es el resultado de años de inseguridad, de haber sido tratado como alguien sin valor desde la infancia, llevará más tiempo. Pero el proceso es el mismo: trabajando con los recuerdos adecuados el propio cerebro lo repara”, añade el profesional.
El miedo a volar afecta, en distintos grados, a una cuarta parte de la población adulta. Para muchos, es un malestar asumido. Pero el Dr. de La Serna insiste en que no hay necesidad de resignarse. “No es natural vivir con miedo. No hay que aprender a soportarlo, a afrontarlo. Hay que encontrar su origen (para eso está el terapeuta), y desactivarlo. Y cuando se hace, viajar volando se convierte en algo completamente normal de lo que disfrutar”, concluye.
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