El puerto deportivo de Muros vivió este jueves unha escena tan insólita como inspiradora: la botadura de un barco de cartón, construido por alumnado del colegio Santa Apolonia de Santiago de Compostela, como parte del proyecto educativo impulsado por la asociación Educación Azul.
La iniciativa, titulada “Barcos de cartón”, tiene como objetivo acercar el mundo del mar a las nuevas generaciones desde una vertiente práctica, creativa y comprometida con la sostenibilidad. A través de la construcción y puesta en el agua de embarcaciones elaboradas íntegramente con cartón, los estudiantes experimentan en primera persona los valores del trabajo en equipo, el ingenio y el respeto al entorno marino.
La embarcación, fruto de meses de trabajo colectivo, logró flotar con éxito en la ría de Muros, ante la emoción del alumnado participante. La actividad combina el aprendizaje técnico y manual con la educación ambiental, promoviendo la reutilización de materiales y la conciencia sobre los recursos del planeta.
Además de su valor simbólico y formativo, este proyecto contribuye a dar visibilidad al potencial profesional de los sectores vinculados al mar, alineándose con los principios de la economía azul.
La de Muros es la segunda botadura del programa, que arrancó el pasado 20 de mayo en San Sebastián y continuará en Avilés (28 de mayo), Ribadesella (29 de mayo) y Madrid (6 de junio), con la participación de centros escolares de distintas comunidades.
Esta experiencia se alinea también con varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, como la educación de calidad, la igualdad de género, la acción por el clima y la conservación de los océanos.
La asociación Educación Azul, promotora del proyecto, trabaja desde una perspectiva transversal para fomentar la relación de niños y jóvenes con el mar, no solo como espacio físico, sino como territorio de conocimiento, cultura y empleo. Su misión es contribuir a que las futuras generaciones contemplen el mar como un horizonte profesional y vital.
La botadura celebrada en Muros no fue solo un gesto lúdico: fue, sobre todo, una declaración de intenciones. Que el futuro —como este barco— también puede construirse con cartón, esfuerzo e ilusión colectiva.