El artista Antón Reixa y la coreógrafa y bailarina Kirenia Martínez Acosta estrenan este fin de semana en Santiago de Compostela ‘Cicatriz’, una propuesta de danza contemporánea que traslada al escenario un poema del primero para explorar el deseo y “desafiar los prejuicios sobre el cuerpo”.
‘Cicatriz’ es un texto homónimo de Antón Reixa compuesto por 300 versos que empiezan por la palabra “quiero”, que pretende --al igual que la adaptación-- hablar del “deseo imprescindible de tener deseos”, en palabras de su autor. “Cuando no tenemos deseo por nada, estamos mal, quebrados totalmente”, ha añadido en la presentación de la propuesta.
La sala Germán Coppini de la Fundación SGAE acogerá el estreno los próximos 28 y 29 de marzo a las 20.30 horas, cuyas entradas ya están a la venta. A continuación, la representación girará por Alemania y Portugal, con la puerta abierta a otras fechas en Galicia.
El espectáculo está coproducido por Artestudio y el Centro Coreográfico Galego, que asegura que es la primera vez que aborda en una de sus piezas la inclusión, en este caso, en relación a la edad y la discapacidad.
A este respecto, Reixa ha mostrado durante la presentación dos carnés: el de identidad, que certifica que tiene 67 años, y el de su discapacidad del 65 %, secuela de un accidente de tráfico que vivió en 2016. “Ni mi edad ni mi descapacidad parecen las premisas mejores para hacer un espectáculo con todo el rigor profesional”, ha explicado Antón Reixa.
La propuesta de la coreógrafa hacia el poeta llega después de que ella ya hubiese trabajado con otros textos de él. “Le dije: ‘Antón vamos a trabajar juntos’. Solo que lo engañé un poco”. Él, por su parte, pensaba que tendría que “estar en escena” de una manera diferente. “Pensó que iba a estar en una silla sentado y que yo tenía que tenía que hacer solo tremendo”, ha relatado Martínez Acosta.
“Ahí comenzó mi proceso, la turbulencia y el delirio”, cuenta la directora de ‘Cicatriz’, sobre cuatro meses de creación que comenzaron en la casa del otro y con unos “tiempos diferentes” a otros proyectos, en los que se ha primado un respeto al trabajo con el dolor y la vulnerabilidad.
En ese sentido, Reixa ha agradecido la “paciencia” de su compañera: “Podría estar bailando con los mejores bailarines y ha escogido a este novato, con el peaje también de que su sufría en los ensayos”.
En lo que el artista describe como un “largo aprendizaje”, ha asumido que “la danza contemporánea tiene que ver mucho con el teatro”. “Aprendí cosas sobre mi propia literatura, ya que el ritmo es muy importante, y sobre mi cuerpo. Es terapéutico hacer esto. Estoy mucho mejor que cuando empecé hace cuatro meses”, ha relatado Antón Reixa.
Durante este proceso, ambos han trascendido las barreras con las que pensaban que se encontrarían. En el caso de Antón, sucedió a nivel físico: “Ella fue capaz de cargar conmigo en el aire, y yo fui capaz de hacerlo con ella”, cuenta el artista sobre una habilidad adquirida porque el espectáculo no pedía ese “exhibicionismo técnico”.
Por parte de Martínez Acosta, su “barrera física no era el cuerpo, sino el artista y con la idea del artista que admiramos”. “Acercarme a él y entrar en esa intimidad sin que entre nosotros surgiera ningún tópico afectivo era importante”, ha explicado la bailarina.