Hace tan solo algo más de una semana, las redes sociales viralizaban la imagen de una cola kilométrica, de estas que recuerdan a las que se forman en las taquillas de los festivales musicales, en el centro comercial As Cancelas. Se trataba de la inauguración del primer Starbucks en la ciudad, la cual se vivió en el entorno de los grandes almacenes como un gran evento de masas.
Seguramente, era la única gran cadena de alimentación multinacional que todavía no se había asentado en la capital gallega, por lo que a pesar de que la competencia que esperaba su llegada era amplia, había una gran expectación en torno al impacto que podría tener en la posible clientela y en el sector de la hostelería.
Su popularidad entre los turistas y los jóvenes —probablemente, los dos públicos objetivos más importantes de Santiago— provocaron que su apertura acabase convirtiéndose en toda una revolución que, asimismo, ha despertado la curiosidad de la gente y ha fomentado algún que otro debate.
Por ejemplo, a qué se debe que esta franquicia no se instalase aquí antes o, del mismo modo, si este tipo de multinacionales perjudican a los negocios locales. Su director en el ámbito nacional, Antonio Romero, se muestra muy satisfecho de haber empezado con bien pie y confía en que la tendencia se mantenga positiva durante mucho tiempo.
¿Qué ha llevado a la empresa a elegir Santiago para abrir un nuevo establecimiento Starbucks?
Nuestra estrategia de crecimiento es, después de habernos asentado en las grandes ciudades de España (Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia), expandirnos por otras ciudades con menor población. Empezamos por el norte, en Galicia, y aquí hace años que abrimos los primeros. Concretamente, en Coruña. Más tarde, lo hicimos en Vigo. Compostela era un lugar que nos apetecía mucho y que nos gustaba porque es emblemática. Llevábamos mucho tiempo analizando las calles y viendo dónde podríamos abrir. Surgió la ocasión de hacerlo en As Cancelas y estamos encantados con el resultado.
Esta ciudad tiene un porcentaje muy alto de turistas internacionales y estudiantes, lo que parece ser público objetivo de Starbucks. ¿A qué se debe que no se hayan fijado antes en la ciudad?
Sin duda, es así. No haber llegado antes se debe a un tema de priorizar otras ciudades con más población. Por otro lado, lo cierto es que llevábamos años mirando locales y no encontrábamos nada que nos encajase. Es importante también destacar que nuestra estrategia es abrir más tiendas en Santiago. Ahora barajamos varias posibilidades, pero no encontramos el lugar ideal.
¿En el Casco Histórico, quizás?
Sí. Buscamos siempre las calles más importantes y donde el flujo de clientes sea mayor.
La inauguración en el Centro Comercial As Cancelas congregó a cientos de personas. Tanto, que hasta se hizo viral la imagen de las colas. ¿Confiaban en el éxito que han tenido?
La verdad es que cuando llegamos a una ciudad nueva somos muy bien acogidos, y Santiago no es una excepción. Recientemente, abrimos una nueva tienda en Gijón y pasó algo muy parecido.
Desde el punto de vista empresarial, ¿es Santiago una ciudad atractiva para una franquicia multinacional como Starbucks?
Creo que sí. Nosotros analizamos cada ciudad a la que vamos y Santiago reunía aspectos como una apuesta muy grande por el turismo y la presencia de las instituciones públicas gallegas. Es, así, una gran ciudad en la que no solo vive mucha gente, sino que por ahí pasa mucha otra. Compostela merece las marcas que tiene y, de cara a nuevas inversiones, es muy atractiva.
¿Cómo valora el impacto que tiene la apertura de franquicias internacionales en ciudades como Compostela, que destacaban en su apuesta por el comercio local?
Al final, las marcas llegan porque son demandadas. Si no nos quisieran, no iríamos. Estamos en muchos lugares, pero lo que pretendemos es ser la cafetería del barrio. Además, hemos contratado a doce personas que viven en Santiago, por lo que generamos empleo. En cuanto al comercio local, pienso que puede coexistir con nosotros, puesto que cada uno tiene su público, así que tengo claro que las tiendas de toda la vida siempre existirán porque también son demandadas.