La vida universitaria es crecimiento, reflexión, ocio, deporte y por supuesto, estudio. Al menos, en la temporada de exámenes.
En ella, el alumnado de la USC organiza sus jornadas para preparar de la mejor manera las pruebas que condicionarán su futuro académico. Un momento de estrés y agobio para la mayoría que solamente se puede sobrellevar con una buena organización y gestión del tiempo.
No hay nada que garantice el éxito en los estudios, pero la dedicación es clave para aumentar las posibilidades de rendir adecuadamente y cumplir las expectativas del periodo más determinante del curso.
Muchos consideran que un entorno favorable, entendido como un contexto de trabajo con otras personas aplicadas e inmersas en sus apuntes, es el factor diferencial que más les puede ayudar a concentrarse y a economizar las horas del día.
En este punto entran en juego las bibliotecas: espacios tranquilos, cómodos para la lectura y plagados de otras personas enfocadas en los exámenes que, por su propia atmósfera, parecen invitar a preparar las pruebas de fin de curso con todos los sentidos.
Sin embargo, ¿tendría esto sentido si las bibliotecas no fuesen lugares tranquilos?, ¿servirían de algo si sus usuarios no acudiesen a ellas a estudiar? En esos casos, ¿por qué iría nadie?
Son preguntas que, desde siempre, han surgido en la comunidad universitaria de Compostela y que, por ahora, siguen sin encontrar una respuesta que las zanje. Especialmente, observando el panorama actual de la Concepción Arenal. De largo y sin discusión posible, el centro de estudio más popular del Campus Vida.
No parece lógico que alguien que busque aprovechar bien el tiempo en época de exámenes esté dispuesto a hacer colas dignas de un concierto multitudinario para acceder, si es que hay sitio, a un pupitre donde subrayar apuntes.
Resulta complicado de entender, de igual forma, que una persona a la que le cuesta concentrarse en su casa por los ruidos cotidianos de sus compañeros pueda hacerlo sin mayores problemas en un entorno en el que, según los propios usuarios, "la gente va a socializar".
No obstante, lo más difícil de interiorizar es que exista una demanda tan salvaje por un único centro cuando la oferta de bibliotecas es tan amplia y atractiva.
Está claro que un porcentaje muy alto acude a este tipo de espacios a socializar y, mientras no interfiera en el cometido original de las instalaciones, no hay nada de malo en ello; es entendible y normal. Sin embargo, lo paradójico es que en época de exámenes los estudiantes pasen sus horas en un edificio que complicará su estudio por momentos.
César prepara las oposiciones de Policía Local. Para él, lo mejor de la Conchi es su ubicación, ya que está "en una zona muy céntrica y, al estar pegada al Campus, hay mucha disponibilidad para aparcar". "Te puedes concentrar bien", valora, aunque reconoce que en época de exámenes "se vuelve un poco loca".
Explica, asimismo, que va mucha gente a la que conoce, así que le viene bien para "mantener el contacto con personas y socializar".
Lucas, matriculado en Economía, también estudia regularmente en ella a pesar de subir cada vez desde Bertamiráns y señala que, además de la localización privilegiada, le gusta la decoración interior, con la que se siente especialmente cómodo. "No es como la facultad de Matemáticas, que parece un hospital", aclara.
El alumno de Económicas hace hincapié en la molestia que causan los usuarios que reservan plazas. "Algunos van a primera hora de la mañana, cogen un sitio, y no aparecen hasta mitad de la tarde", lo que, según relata, hace que muchas veces no haya gente en la biblioteca, pero tampoco lugares desocupados.
“Algunos vienen a primera hora de la mañana, dejan un par de folios en una mesa, reservan el sitio y no aparecen por aquí hasta mitad de la tarde. Está mal, pero lo hace mucha gente”
Otros estudiantes como Álvaro y Martina, opositor y alumna de Farmacia, inciden en la cantidad de comercios y cafeterías que hay en sus alrededores, además de señalar, como los demás, que la cantidad de amigos y conocidos que van "hace más ameno el estudio".
También hay casos como el de Adrián, de Educación Primaria, que es plenamente consciente de que se podría concentrar mucho mejor en su casa, pero que trabaja en la Conchi porque "va todo el mundo".
En definitiva, no hay ninguna razón concreta por la que esta biblioteca sea tan extraordinariamente popular. Está en buena zona y es amplia, sí, pero como tantas otras, así que es posible que el magnetismo que arrastra a los estudiantes no atienda a una explicación racional.
No importa si hay sitio o no. Tampoco el ambiente de trabajo ni lo cómoda que pueda ser. La Conchi es un componente indefectible del espíritu universitario compostelano. Así lo ha sido siempre, y así será, porque el alma no atiende a razones y la de la USC reside precisamente ahí, en el antiguo edificio dedicado a Concepción Arenal.