El segundo día de O Son do Camiño 2025 comenzó con una estampa que ya auguraba una jornada intensa: las colas en los accesos eran notables desde primera hora de la tarde, y el goteo constante de gente convirtió el Monte do Gozo en un hervidero de botas embarradas y ganas de pasarlo bien.
A diferencia del jueves, cuando el público llegó de forma más escalonada, el viernes la afluencia fue alta desde los primeros conciertos. El hecho de que mucha gente no tuviera que madrugar el sábado —y un cartel variado que apelaba a públicos muy distintos— se dejó notar en el ambiente.
El cielo se mantuvo encapotado durante casi toda la jornada, con algunas lloviznas dispersas al principio de la tarde, pero con una climatología mucho más amable, en líneas generales, que ayer.
El cartel del viernes apostó por una mezcla de géneros que funcionó desde el primer momento. Aiko y Merino abrieron la tarde con dos propuestas frescas y cercanas, que conectaron especialmente con el público más joven. Luego, Siloé subió la intensidad con un directo potente que combinó bien la sensibilidad melódica con explosiones de energía, preparando el terreno para lo que vendría.
Amaia ofreció uno de los conciertos más esperados del día. La ganadora de OT volvió a mostrar que ha construido un universo propio, interpretando sus temas con una madurez artística que cautivó tanto a sus fans como a los curiosos que se acercaban por primera vez a verla en directo. Sobre el escenario del Xacobeo, con un sonido cuidado y una escenografía elegante, su actuación supuso uno de los momentos más coreados del arranque de la noche.
El testigo lo tomó Carolina Durante en el escenario Estrella Galicia, que transformó la pista en una verdadera zona de pogos. La banda madrileña volvió a demostrar por qué es uno de los grupos más aclamados del indie estatal, con temas como Cayetano o Perdona (Ahora sí que sí) que levantaron a un público entregado.
Kase.O, en cambio, ofreció un concierto más introspectivo y emocional, donde repasó tanto su trayectoria con Violadores del Verso como su obra en solitario. El zaragozano, considerado una leyenda viva del rap español, firmó un set sobrio pero cargado de mensaje, y se notó que el público, más heterogéneo a esas horas, seguía cada letra con atención y respeto. Su actuación fue larga, pausada por momentos, pero siempre sincera.
Después, los británicos Kasabian sacudieron el escenario con una descarga de distorsión y actitud. El grupo, que ha sabido reinventarse tras la marcha de su antiguo vocalista, dejó claro que siguen siendo una banda de directo poderosa. El público internacional se hizo notar, y el Monte do Gozo se convirtió por momentos en un festival británico, con Club Foot y Fire retumbando.
Ya bien entrada la madrugada, Bad Gyal hizo lo suyo: convertir el escenario del Xacobeo en una pista de baile repleta de luces, coreografías y bases graves que hicieron temblar el suelo. Su show, plagado de efectos visuales, transiciones milimetradas y actitud, mantuvo en pie a miles de personas hasta más allá de las dos de la mañana. A diferencia del día anterior —cuando muchos comenzaron a retirarse tras el concierto de Duki—, esta vez fueron muchísimos los que decidieron quedarse un rato más, animados por la temperatura relativamente benigna y el cierre que se avecinaba.
Juan Magán tomó el relevo en el escenario Estrella Galicia con una sesión que apeló directamente a la nostalgia y la fiesta. Con una selección de hits bailables que forman parte del imaginario colectivo de más de una generación, su sesión fue el broche perfecto para una jornada que acabó siendo mucho más larga, intensa y animada que la del día anterior.
Al igual que en la primera jornada, no se registraron incidencias graves, y el comportamiento del público volvió a ser, en líneas generales, ejemplar.
O Son do Camiño 2025 sigue sumando puntos como una de las grandes citas musicales del verano, incluso cuando la lluvia amenaza con ponerlo más difícil.