Un estudio internacional liderado por el Clínic-IDIBAPS, el Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) de la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad Católica de Lovaina, ha demostrado por primera vez que el cerebro puede cambiar la composición de la microbiota intestinal, es decir, el conjunto de bacterias que habitan nuestro intestino, y hacerlo en cuestión de horas.
El trabajo, publicado en la revista Nature Metabolism, representa un cambio de paradigma: hasta ahora, se pensaba que factores como la dieta o los ritmos circadianos eran los principales responsables de estas variaciones. Este hallazgo amplía esa perspectiva, al demostrar que ciertas neuronas del hipotálamo pueden modificar directamente la flora intestinal.
Utilizando técnicas avanzadas de activación neuronal en ratones, el equipo observó que el cerebro podía alterar el equilibrio de bacterias intestinales de forma muy rápida, gracias a un nuevo eje cerebro-intestino que implica al sistema nervioso simpático, responsable de respuestas como el estrés. Además, estas modificaciones se produjeron de forma anatómicamente específica: distintas regiones del intestino respondieron de forma distinta, según las neuronas activadas.
Los investigadores también observaron que la obesidad inducida por la dieta redujo esta capacidad del cerebro para modificar la microbiota.
«Estos resultados nos ayudan a comprender mejor la relación entre el cerebro, la microbiota y el metabolismo, lo que nos permitirá seguir estudiando en mayor profundidad los mecanismos que regulan esta interacción. Y, a largo plazo, abrirá la puerta a nuevas formas de abordar las enfermedades metabólicas y la obesidad, con posibles implicaciones para el desarrollo de estrategias terapéuticas
Desde Santiago, Sara Martínez y Rubén Nogueiras, del grupo de Metabolismo Molecular del CiMUS, destacan el impacto del hallazgo para el campo de la fisiología:
Nuestros resultados muestran que el cerebro puede regular de manera muy rápida -2 horas- los tipos de bacterias que habitan el intestino, lo que podría de algún modo ser importante para los ajustes entre comidas y, a largo plazo, el control del peso corporal”.
Este nuevo hallazgo, que abre nuevas líneas de investigación terapéutica para tratar la obesidad y otras enfermedades metabólicas, ha sido posible gracias a la colaboración entre el Clínic-IDIBAPS, el CiMUS de la USC y la Universidad Católica de Lovaina, con el respaldo económico de la Fundación ”la Caixa”.