En ocasiones, el arte nace en los momentos más oscuros, cuando la incertidumbre y la adversidad se convierten en un crisol para las emociones más auténticas. Así ocurrió con Gabrulo García, músico uruguayo afincado en Galicia, quien encontró en la música una manera de dar sentido a lo que parecía perdido. Su proyecto más reciente, El Último Ciclista, surge de ese impulso vital: el de transformar el caos en melodía, el desarraigo en comunidad y los miedos en historias.

Mañana, la sala Riquela de Santiago será el escenario donde García, acompañado de su talentosa banda, presentará ‘Tomando este camino’, un disco que es mucho más que una recopilación de canciones. Es un recorrido emocional, una invitación a detenerse, escuchar y, sobre todo, sentir. Una docena de temas que, como una larga etapa ciclista de montaña, combinan el esfuerzo con el disfrute, la melancolía con el humor, y las raíces iberoamericanas con los paisajes de su Compostela adoptiva.

Después de una larga trayectoria con Dejavu, ¿qué le impulsó a dar el salto a un proyecto tan personal como El Último Ciclista?
Un montón de cosas; el paso del tiempo y también un cambio de espacio. Dejavu era la banda que tenía en Montevideo, pero las vueltas de la vida acabaron ubicándome aquí, en Galicia. Todo se debe a la necesidad impetuosa de crear música, manifestar el pensamiento y hacer lo que uno siente que debe hacer.

‘Tomando este camino’ suena a desahogo personal. ¿Cómo influyó este enfoque en el proceso creativo de las canciones?
Es un ejercicio de escucharse a uno mismo y enfrentarse a la hoja en blanco. También fue planteado desde una perspectiva menos ambiciosa, de querer jugar a la música.

El disco mezcla influencias como el rock argentino y el folk uruguayo. ¿Cómo encuentra el equilibrio entre estas raíces y lo que le aporta vivir en Galicia?

No es algo premeditado. El estilo es el lenguaje con el que uno habla, y está bueno hablar en el idioma con el que te sientes cómodo porque luego tienes que defenderlo. Todo influye en tu pensamiento; en tu estética sonora. Por suerte, siento que el sonido representa perfectamente lo que quiero expresar.

¿Qué planes tiene para El Último Ciclista tras este debut?
Como en todo comienzo, las oportunidades no abundan, y menos en lugares como Riquela. Está todo diagramado para que sea una noche preciosa. Más adelante, me gustaría seguir en juego. El proyecto es una excusa para mantenerme unido a la música, a mis compañeros y el público. Para que exista el arte, hace falta un emisor y un receptor; mentes que conecten y finjan que el mundo está, a ratitos, bien.