El Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS) ha liderado un estudio que abre la puerta al uso de la semaglutida como estrategia preventiva frente a enfermedades cardiovasculares. El trabajo, recientemente publicado en la revista Journals of the American College of Cardiology, analiza cómo este fármaco, originalmente utilizado para el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad, puede reducir un tipo de grasa clave en el desarrollo de patologías cardíacas.
Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo. Uno de los factores de riesgo más relevantes es la acumulación de tejido adiposo epicárdico, es decir, grasa localizada alrededor del miocardio y las arterias coronarias. A diferencia del índice de masa corporal, este tipo de grasa puede desencadenar procesos inflamatorios que aumentan la probabilidad de arritmias y otros trastornos cardíacos.
La investigadora predoctoral Rumeysa Basdas, junto a los doctores Sonia Eiras (grupo de Cardiología Traslacional) y José Ramón González Juanatey (grupo de Cardiología), lideraron el estudio tras analizar 67 biopsias de tejido graso epicárdico y subcutáneo obtenidas de pacientes sometidos a cirugía cardiaca. Su trabajo, titulado Semaglutide Modulates Proinflammatory Epicardial Adipogenesis With Paracrine Effects on hiPSC-Atrial Cardiomyocytes, concluye que la semaglutida reduce la inflamación y la formación de grasa epicárdica, al tiempo que mejora la sensibilidad a la insulina.
Comercializada bajo nombres como Ozempic, Rybelsus, Wegovy o Dutide, la semaglutida es conocida por su efecto en el control del azúcar y la pérdida de peso. Ahora, este estudio del IDIS sugiere que podría convertirse también en una herramienta eficaz para prevenir complicaciones cardiovasculares, al actuar sobre uno de los tejidos más determinantes en su desarrollo.