La textura de la piedra, la paleta esmeralda de los árboles y las puestas de sol que se dibujan sobre la parte monumental son algunos de los regalos que Compostela ofrece a los fotógrafos que se acercan a venerar la ciudad a través de la lente de sus cámaras.
Muchos cuentan que lo más especial es la conexión entre el núcleo urbano y la naturaleza; dos mundos opuestos que conviven armónicamente y que conforman estampas de una delicada pero salvaje belleza.
En la calma hay violencia, y en el movimiento también hay paz. Por paradójico que suene, la realidad siempre nos brinda una segunda lectura para invitarnos a cambiar la perspectiva y admirar la precisión de lo casual.
Precisamente, esa es la labor de un artista gráfico: recoger la esencia de aquello que no es obvio, pero que tampoco está oculto. En otras palabras, mostrar la belleza —amarga o dulce— de las cosas.
A captar; dibujar imágenes usando la luz, es a lo que se dedica Inés Gontad, fotógrafa compostelana afincada en Andalucía.
La santiaguesa cursó estudios artísticos en la Universidad Popular de Cartagena, especializándose en Pastel. A continuación, decidió ampliar su formación matriculándose en Historia del Arte en la UNED de Pontevedra.
Con el paso del tiempo, acabaría instalándose en Cádiz, donde se animó a profundizar en su pasión cursando Fotografía Artística en la Escuela de Arte de Jerez.
Actualmente, trabaja como profesora de la materia en la que especializó en Chiclana y, además, impulsa sus propios proyectos, como ‘Color.map’, expuesto en estos momentos en Santiago, la tierra que considera hogar.
Al ser preguntada por sus inicios, Gontad cuenta que primero fotografiaba y luego pintaba. Sin embargo, se dio cuenta de que la instantánea solía ser mejor que la reproducción, por lo que asumió que se le daba mejor “pintar con la luz que con los pinceles”.
Con respecto al sentimiento que le inspira volver a Galicia, la artista no sabe “si es el verde o la bruma”, pero tiene claro que se fascina cada vez que regresa a su lugar de nacimiento. Sobre todo, por el contraste que marca con los paisajes del sur.
En esta línea, reconoce su fijación es la naturaleza. Desde 2008 trabaja con ella pero, más allá de una pura sublimación por la estética de lo vivo, su afán también es reivindicativo.
“Es un llamamiento a lo que estamos perdiendo”, señala la fotógrafa, quien trabajaba desde una perspectiva ecologista y entiende que captar la belleza de lo salvaje es una manera de cuidar el mundo en el que vivimos.
No importa si es fluvial, desértica o silvestre. La naturaleza siempre es hermosa. Así lo cree Gontad, y así lo refleja su obra.