Una ciudad es su gente, por eso los logros de los vecinos se celebran en conjunto y cualquier éxito individual se convierte en un orgullo colectivo para todos.
Este sábado, concretamente, Compostela tiene mucho que festejar. Talleres Cholo, la mítica empresa familiar de Rodolfo (Cholo) Porto, cumple 50 años.
Cholo, formado en Maestría Industrial, decidió a una edad muy temprana mudarse a Barcelona para buscar las oportunidades que, desde siempre, ha brindado la ciudad condal a su sector.
No obstante, como sucede a casi todos los picheleiros, la tierra acabó tirando más que cualquier otra cosa y retornó a Santiago para perseguir el sueño que tenía de crear su propio negocio.
Aprovechando un terreno que le habían dejado sus padres en la cuesta de San Marcos, construyó su casa, la cual contaba con un bajo que reservó para lo que sería el primer local de los míticos Talleres Cholo.
No fue un comienzo fácil. De hecho, tal y como explica el propio Cholo, “no habría sido posible sin la ayuda de su mujer”, Teresa Varela, y el apoyo incondicional de sus amigos.
Tras cuatro décadas trabajando incansablemente, en el año 2015 el dueño de los emblemáticos talleres se trasladó al polígono empresaria de A Sionlla.
Si bien la empresa no había dejado de crecer en su primera etapa, el salto a estas nuevas instalaciones supuso un punto de inflexión en su trayectoria, que ahora cuenta con 27 empleados y una facturación que, previsiblemente, superará los nueve millones de euros este año.
Por encima de la popularidad y el reconocimiento, el valor de Talleres Cholo reside en que sigue siendo un negocio familiar.
En ella trabaja el hijo de Cholo, Ángel, quien ocupó su puesto en la gerencia de la empresa después de su jubilación.
También lo hace su cuñada, María José; su otra hija, María; e incluso su nieto, Alberto, que se ocupa de Cholo Rent, un servicio de alquiler que cuenta con una flota de más de 80 vehículos.
El orgullo que siente hoy Cholo al volver la vista atrás y ver todo lo construido es inenarrable. Solamente tiene palabras de agradecimiento para su familia y, especialmente, para su mujer, que siempre estuvo ahí.
Festejan juntos un éxito del que todos los compostelanos nos sentimos parte, porque una ciudad es su gente, y Santiago tiene la inmensa fortuna de contar con personas con la ambición y la perseverancia de Cholo.