Santa Marta, uno de los barrios más poblados de Santiago de Compostela, vive una situación límite. La venta y el consumo de drogas han convertido sus calles en escenario de conflictos diarios. Vecinos desesperados denuncian una realidad insostenible, mientras las autoridades insisten en que ya se está actuando dentro de los límites legales.
"No se puede ir con los niños al parque porque los toxicómanos se drogan ahí a la vista de todo el mundo", denuncia una vecina de la calle Sempre en Galiza, que prefiere mantenerse en el anonimato. Ella y su familia llegaron a Santa Marta hace pocos años, pero ya han sido testigos del deterioro de la convivencia en el barrio. "Mis hijos no tienen que ir al colegio con miedo a que se metan con ellos, porque lo hacen", insiste, visiblemente preocupada.
No se puede ir con los niños al parque porque los toxicómanos se drogan ahí a la vista de todo el mundo
Pero no se trata de un problema reciente. Quienes llevan toda la vida en Santa Marta aseguran que la situación se ha perpetuado durante décadas —algo más de tres, concretamente—. El punto caliente más importante son las viviendas de San Ignacio de Loyola, conocidas anteriormente como las casas del 'Banco del Pobre'. A escasos cincuenta metros del Hospital Clínico, este edificio se ha convertido en un centro de distribución de drogas. "Todo el mundo sabe quiénes son, incluso la Policía, pero nadie hace nada", repiten los vecinos. Según relatan, una de sus ventanas es el lugar de suministro que abastece no solo los pequeños traficantes del barrio, sino también a los de buena parte del resto de la ciudad.
La actividad delictiva derivada del consumo de estupefacientes afecta directamente a la seguridad del barrio. Los hurtos y robos con fuerza se han vuelto mucho más habituales, así como episodios de agresiones.
Además, el abandono de jeringuillas y otros residuos pone en peligro la salud pública. Tal y como relatan los residentes, ha habido varios casos de niños que se han pinchado con agujas abandonadas en la vía pública.
"Ya no somos capaces de sentir empatía por los causantes de los problemas, aun sabiendo que están enfermos", confiesa un residente. "Estamos hartos de que nuestras calles sean un escenario de delincuencia y que nadie lo frene". A esto se suma el temor que generan los presuntos traficantes, quienes, según denuncian los vecinos, actúan con una actitud agresiva y sin disimulo, incluso en presencia de niños y ancianos.
Ya no somos capaces de sentir empatía por los causantes de los problemas, aun sabiendo que están enfermos
Fuentes cercanas a la Policía Nacional en Santiago reconocen la gravedad de la situación, pero insisten en que las intervenciones ya se están llevando a cabo dentro del marco legal. "O que non se pode evitar é o consumo", explican, ya que "só se pode actuar coas garantías que dá a lei".
Hacen, asimismo, hincapié en que no se puede irrumpir en una vivienda sin una orden judicial, por lo que, aunque la comunidad señale el inmueble como punto de venta de droga, no es prueba suficiente para intervenir.
"Non é verdade que non se faga nada", subrayan. "A Policía non pode pegar unha patada na porta en todas as casas nas que pense que hai droga". Aseguran que las detenciones en la zona son frecuentes y que se ha reforzado la presencia policial. Además, destacan que se han llevado a cabo reuniones con vecinos y el Ayuntamiento para abordar la situación. "Fíxose ata onde a lei o permitía", sentencian.
La inseguridad en Santa Marta no ha pasado desapercibida en el ámbito político. Los grupos municipales del PP y el PSOE han solicitado un refuerzo policial en Santiago, con especial atención a las zonas más afectadas por la criminalidad. Borja Verea, líder del PP en la ciudad, ha propuesto un "Plan de Choque" para devolver la seguridad a los compostelanos basado en el aumento de efectivos policiales.
Verea recordó que Santiago lidera la tasa de criminalidad en Galicia, con 5.056 delitos registrados en 2024, una cifra histórica que sitúa a la ciudad como la más insegura de la comunidad autónoma. "Os veciños non poden seguir vivindo con medo", afirmó.
Mientras la Policía y los responsables políticos debaten sobre los límites legales y las medidas a tomar, la vida en Santa Marta sigue marcada por la inseguridad.
Los vecinos no ven avances y siguen preguntándose por qué nadie hace nada. La respuesta oficial es que sí se actúa, pero dentro del margen legal. La pregunta es: ¿será suficiente?