Curtocircuíto ha llegado a su fin, pero la sombra de su impacto es mucho más amplia. En cada edición, el festival compostelano no solo pone el foco en el cine de autor, sino que también abre la puerta a otras expresiones visuales que exploran las conexiones entre la ciudad, el público y los creadores. Este 2024 no fue una excepción: el proyecto permitió una residencia artística que, en esta ocasión, acogió a la fotógrafa Rocío Madrid.
La artista melillense, reconocida por su trabajo que mezcla poesía visual y una fuerte narrativa personal, viene de enfrentarse al reto de captar una visión alternativa de Santiago de Compostela, alejada de las imágenes típicas y superficiales que abundan en la era de las redes sociales y el turismo de masas. Su proyecto fotográfico, que todavía espera para ver la luz, se centra en la turistificación, un fenómeno que ha transformado la vida cotidiana de muchas ciudades históricas alrededor del mundo. Con un enfoque analógico y una sensibilidad única, Madrid busca dotar a Santiago de imágenes que reflejen la riqueza y complejidad de una ciudad que, pese a su masificación turística, sigue conservando una identidad propia que la define.
¿Cuál fue su motivación para desarrollar este proyecto fotográfico en Santiago de Compostela?
En realidad fue el director de Curtocircuíto, Pela del Álamo, quien tuvo la idea. Él se puso en contacto conmigo a comienzos de verano y me hizo la propuesta de realizar un trabajo fotográfico sobre la turistificación en Santiago.
Menciona que tu objetivo es dotar a la ciudad de imágenes que se alejen de las fotos tópicas y superficiales. ¿Cómo se propone lograrlo?
No hay ninguna estrategia. Yo llevo muchos años en la fotografía y, después de tanto tiempo, he desarrollado mi propio estilo. Pongo el foco en las cosas que me interesan; no es un proyecto documental al uso. Intento acercarme a la poesía y a una reflexión más personal sobre el contexto, pero aun así trato de dejar un documento sobre lo que sucede.
¿Qué técnica emplea para ello?
Yo trabajo en analógico. Además de que es la que he usado desde mis inicios y la que mejor conozco, es una técnica que te obliga a ser mucho más selectiva. Hay un juego entre fotografía y fotógrafo que llama a esperar al instante decisivo. Al final, consiste en estar ahí; merodeando para ver qué pasa.
Santiago de Compostela es una ciudad con un casco histórico muy reconocido. ¿Qué busca destacar o redescubrir en ellos?
Es complicado. Particularmente, lo primero que hice cuando llegué fue montarme en el trenecito turístico. Yo me dedico a observar. Cuando voy por la calle me fijo en determinados perfiles y les pregunto por qué están en Santiago o por qué se quieren ir. Además, me interesan especialmente los perfiles más jóvenes. Quiero escuchar a los que van a tomar el relevo, no tanta teoría ni política.
¿Qué aspectos de la turistificación quiere reflejar?
No pretendo centrarme en los aspectos negativos. Quiero aportar una reflexión global y neutral. Lo más negativo que veo, además de las subidas de alquiler, es el ruido que generan los turistas. También la imagen que dan de la ciudad. Sin embargo, no veo aquí el desierto en el que se ha convertido la Costa del Sol. Hasta ahora, creo que los gallegos, y más los que vivís en las zonas históricas, os habéis mantenido bastante.
En términos de fotografía, ¿Santiago es una buena ciudad?
Mis lugares favoritos de España son Cádiz y Santiago. Todo es muy verde, aunque llueve demasiado (risas). A pesar de todo esto de la turistificación veo una identidad muy sólida que permea en la identidad del gallego. A mí eso me atrae muchísimo. Me parece muy noble, y me encanta trabajarlo. Es como un laboratorio de cosas positivas.
Ha mencionado que pretende recopilar testimonios de personas que deciden llegar, quedarse o irse de la ciudad. ¿Cómo integra estos testimonios en su proyecto?
Yo voy por ahí con una libreta y un bolígrafo y le pido a la gente que escriba la respuesta a las preguntas que les hago. Después, es tan sencillo como juntar el texto y la imagen. No soy ninguna artista experimental, solo intento lidiar con lo que veo y dejar esa proyección.
¿Prioriza más la estética de un retrato o su componente narrativo?
No lo tengo claro. Al final, como tienes que trabajar tan rápido, acabas haciendo todo por impulso. Es muy espontáneo como para reflexionar sobre ello. La estética me apasiona, me paso todo el día viendo imágenes, pero no es algo consciente.
¿Qué espera que los habitantes de Santiago sientan o reflexionen al ver este trabajo sobre su propia ciudad?
Que se reconozcan y que lo vean con ternura. También que todas las posturas radicales se fuesen neutralizando. Me gustaría dar una visión muy neutral de la situación
¿Qué impacto le gustaría que tuviera este proyecto a largo plazo, no solo en Santiago, sino en la reflexión sobre la turistificación de otras ciudades?
Este proyecto es para Santiago. Sin embargo, yo solo estoy sacando al niño. Si después quiere estudiar Ciencias Ambientales, yo ahi ya no puedo hacer nada (risas). Quiero decir que si en otro sitio también puede tomarse como ejemplo, a mí me parece genial.