El Colegio de Administradores de Fincas de Galicia se reunió en Santiago la semana pasada para abordar diferentes cuestiones que afectan a la profesión.

La presidenta del colectivo, Teresa Suárez, ha compartido con este medio los problemas con los que lidia este sector en la capital gallega.

Su principal preocupación, y así fue tratado en el encuentro que mantuvieron los profesionales del área, es la derogación de la colegiación obligatoria.

Según narra la representante del Colegio, la liberalización de la profesión implica una “falta de control hacia el consumidor”.

Asimismo, señala que, a pesar de ser una actividad tan extendida, hay un gran desconocimiento de las funciones del oficio.

“Ser administrador de fincas es como ser gerente de una empresa”, explica Suárez, para añadir que se trata de un área “con mucho intrusismo”.

El sentir generalizado es que esto, sumado al hecho de que la afiliación ya no sea necesaria legalmente, “devalúa mucho la calidad del servicio” y la percepción de lo que es este trabajo para el resto de la sociedad.

Reivindican la profesión

Desde el colectivo se centran en reivindicar a aquellos que sí optan por colegiarse, “lo que garantiza que cumplen el código deontológico básico”.

Estos cuentan con asesoramiento permanente, además del respaldo de una institución de derecho público.
Relatan que los requisitos son estrictos, pero que es precisamente esta rigidez la que da seguridad real a los usuarios.

En definitiva, insisten en que es pensar en el consumidor, “porque es en nosotros donde deposita su patrimonio", siendo precisamente esta idea la que sienten que les otorga la relevancia como para tener que agremiarse de forma obligatoria.