Santiago vive, de mano del festival Curtocircuíto, una semana apasionante para los amantes del audiovisual. Con la sala del Teatro Principal abarrotada y la crítica especializada a sus pies, ya se puede hablar de un éxito rotundo en la vigesimoprimera edición del evento cultural compostelano. Sin embargo, lo visto y escuchado hasta el momento no ha sido más que el comienzo.

Este año, el certamen cinematográfico encargado de premiar a los mejores cortometrajes en las diferentes categorías no es el único atractivo. La organización ha centrado sus esfuerzos en elaborar un programa de espectáculos en directo que, además de proponer la esencia narrativa de la imagen, pretenden hacer disfrutar al espectador de una experiencia sensorial completa. 

En este aspecto, una de las propuestas más destacadas es 'Urho', un documental performance grabado por Iván Torres (Madrid, 1981) a bordo de un buque rompehielos de la flota militar finlandesa. Las secuencias y los sonidos recogidos en medio del helado mar Báltico se mezclan con la interpretación musical improvisada en directo por el propio director en compañía de los artistas Andrés Rodrigues y Xoán Xil. Este innovador proyecto, inédito en España hasta ayer, se estrenó la pasada tarde en el gran escenario de Rúa Nova.

¿Cómo le explicarías qué es 'Urho' a alguien que no ha podido asistir al espectáculo? 

'Urho' es el resultado del material de un documental que grabé hace años en Finlandia sobre la tripulación de un barco rompehielos cuyo nombre es, precisamente, el que da título a la obra. Lo que hemos hecho ayer en Curtocircuíto es la proyección de este material con una banda sonora en directo. También hubo mezcla del audio en vivo, así que es una fusión entre espectáculo audiovisual y documental.

¿Dónde nace la idea original para emprender este proyecto audiovisual en un lugar y contexto tan específicos? 

Yo viví muchos años en Finlandia. Trabajaba para la televisión de allí, y este es uno de los documentales que realicé para ellos. Además, mi casa estaba delante del puerto donde atracaban estos buques, por lo que siempre sentí la curiosidad de viajar a bordo de uno de ellos. 

¿Hubo algo en el barco que elegiste que llamase particularmente tu atención?

Concretamente, el 'Urho' es un barco muy importante para el país; lleva el nombre de un expresidente finlandés y  es todo un símbolo dentro de la industria de los rompehielos. La idea original era hacer un retrato de la vida de sus 25 tripulantes; 24 hombres y una mujer.

¿Cuáles los desafíos técnicos para grabar tanto el audio como la imagen en un entorno tan extremo como es el mar báltico?

Todo fue grabado con una cámara digital de alta definición y en película de 16 milímetros. En las partes exteriores, como las temperaturas eran tan bajas, tenía que hacer planos cortos y con lentes protegidas porque la pequeña cantidad de agua que entraba en la lente se congelaba. Con el sonido lo mismo, las cápsulas se helaban y perdían mucha sensibilidad.

Además de la grabación de audio en el barco, es muy importante el sonido que Andres Rodrigues, Xoán Xil y tú interpretáis en directo. ¿Es una improvisación total o partís de alguna estructura definida previamente?

Usamos la imagen como partitura. Tenemos una premisa básica, pero en un gran porcentaje es improvisación.

¿Qué supone para ti personalmente participar en el festival Curtocircuíto ocupando un lugar tan destacado?

Yo vivo en Santiago desde hace años y siempre había estado como espectador. Curtocircuíto es un festival muy importante para la ciudad y con una línea editorial muy potente y que se arriesga mucho. Es un orgullo formar parte de éll. Después, ‘Urho’ irá a otros festivales, pero el estreno en España es en Santiago.